La Medición de Trofeos
y su registro en los
“Record Books”
Diversas instituciones
vinculadas a la caza deportiva llevan registros de trofeos
clasificados por sistemas de puntaje, según las diferentes
especies.
Se ha discutido mucho si la
medición de un trofeo por su tamaño mejora en algo el logro del
cazador. Algunos aducen que estimula una malsana y perjudicial
competencia de registrar trofeos en los niveles más altos, lo
que contribuiría al reflejo de un poco recomendable deseo de
figuración de sus dueños, transformados así de cazadores en
coleccionistas de trofeos registrables.
Los interesados en profundizar
el tema pueden leer la interesante discusión que se planteó en
los Estados Unidos, en el seno del “Boone & Crockett Club”,
sobre si debía o no adoptarse tal sistema (un trabajo publicado
en la introducción de la novena edición del “Record Book”, en
ocasión del centenario de la institución en 1988). En la
undécima edición publicada en 1999, aparece un muy buen artículo
del conocido cazador internacional y escritor Craig Boddington,
titulado: “Inches aren’t everything” (Las pulgadas no son todo).
En primer lugar convendría
aclarar que no puede la finalidad del verdadero cazador
deportivo no es la de abatir el trofeo más grande del mundo o
récord sino, como decía Ortega y Gasset, su objetivo es “estar
cazando”.
El cazador deportivo goza
gracias al contacto íntimo con la naturaleza, sufriendo todos
los esfuerzos y desafíos propios de la cacería. Teniendo en
cuenta que dicha expedición no siempre termina con el disparo de
un fusil o la muerte del animal.
Precisamente allí está la
distinción, en saber cuándo se debe tirar y cuándo no; necesita
saber que animales no deben ser cazados, sea por sexo, sea por
su falta de madurez o sea por ciertas características
especiales.
Es común que un cazador
deportivo pase jornadas enteras, agotadoras físicamente pero de
gran goce espiritual, que terminan sin haber cazado un animal o
sin haber disparado un sólo tiro. Pero estará igualmente
satisfecho como si lo hubiera hecho, porque ha gozado al estar
cazando.
Además, habrá probado su
temple, cuando frente a una pieza quizás tentadora ha reprimido
su dedo sobre el gatillo pues ese animal no debía ser cazado.
Esa es entonces la esencia del
verdadero cazador deportivo. Como complemento de ese espíritu,
el sistema de registros de trofeos tiene como objeto,
precisamente, estimular al cazador para efectuar una cacería
selectiva, buscar la excelencia logrando los mejores trofeos que
califiquen para su registro en un “Record Book” (cabe aclarar
que en este título la palabra “record” significa “registro” y no
la común acepción de “record”, o sea un “Record Book” es un
libro de Registro de Trofeos). Ayuda pues a juzgar cada animal
de acuerdo con las características propias de su especie, saber
apreciarlo, saber valorarlo. Algunos opinan que a través de los
“Record Books” (Registros de Trofeos) en realidad se está
resaltando la excelencia del animal más que la del cazador.
Todo ello coincide con el
interés de la cacería conservacionista, puesto que en general
los mejores trofeos son los animales de mayor edad que han
finalizado su etapa reproductiva, contribuyendo de este modo al
equilibrio con el hábitat necesario para la subsistencia de los
ejemplares que se encuentran en la plenitud de su vida.
Si bien la esencia de la
cacería no se encuentra en el registro de los trofeos de acuerdo
con su medición, este sistema complementa y estimula que la
actividad cinegética se realice en su mejor forma, haciendo
concordar el espíritu ético deportivo del cazador con la
búsqueda de la excelencia.
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